Cómics en Cuarentena: King in Black (Donny Cates - Ryan Stegman)

 
Casi desde siempre, Venom ha sido un personaje secundario en los cómics, películas, series y juegos de Marvel. Es un antagonista bastante instrumental, la versión radical del Spider-Man más violento, aquel que se deja llevar por el gran poder y se olvida de la gran responsabilidad. Para los nacidos en los 90, la primera referencia viene desde la serie animada, donde conocimos a un simbiote que, luego de ser expulsado del cuerpo de Peter, encuentra en Eddie Brock a un huesped digno por su sed de venganza y disposición por recibir todo el poder que alguien -o algo, en este caso- esté dispuesto a ofrecerle. 
 
Sin embargo, esa noción de Venom ha estado cambiando desde 2018, cuando el guionista Donny Cates tomó la serie homónima e inició un camino de renovación y, por qué no decirlo, reconstrucción del personaje de Eddie Brock. En este contexto, el largo arco del escritor, que finalizará con el número 200 del título, tuvo su punto más alto en King in Black, un evento que busca no sólo renovar la mitología del que en algún momento fuera simplemente un villano de Spider-Man, sino que también presentar un relato de caracter casi fundacional, de aquellos que no pueden ser obviados por quienes vengan en el futuro.

La premisa de King in Black no es nada del otro mundo: una entidad cósmica primigenia, Knull -que además es el dios y creador de toda la raza de simbiotes-, viene a la Tierra para sumarla a su colección de planetas sometidos a la oscuridad al mismo tiempo que desea arreglar cuentas con Eddie Brock / Venom. Igual de simple es el inicio de la historia, porque si bien partimos con el protagonista y su alter ego preocupados porque sienten la inminente llegada de su creador y con los Vengadores repasando cada detalle de sus planes de defensa; a las pocas páginas vemos la entrada gloriosa del Rey de Negro. 
 

La entrada a escena de Knull es monstruosa, literalmente hablando, porque vemos su llegada anunciada por una horda de dragones mutantes, simbióticos, que atacan todo y a todos. En este sentido, el dibujo de Ryan Stegman y los colores de Fran Martin son perfectos para crear un ambiente tétrico, oscuro, que si bien no me aventuraría a decir que transforma el cómic en algo "de terror", sí se le acerca bastante. Es claro, desde el número uno, el tenor que tendrá la historia y eso es en buena parte gracias al apartado visual.
 
Por otro lado, los diálogos de Donny Cates enfatizan en los miedos de Eddie al saber que su hijo es una potencial víctima de este dios -spoiler, recién leyendo me entero que Brock tiene un hijo y que además tiene una historia con los simbiotes-. Hay muchos monólogos y conversaciones sostenidas entre el humano portador y Venom, quienes constantemente manifiestan que están ante una situación que les asusta pero que es inevitable. Lo que les comento es sólo considerando el primer número, pero es la carta de presentación perfecta para lo que serán los cuatro restantes. La tendencia es esa, oscuridad literal y metafórica dando vueltas y esparciéndose por Nueva York. 
 
Me queda la impresión de que la historia que se busca contar es la de un tipo que ve, frente a sus ojos, cómo los  miedos de toda una vida llegan de golpe para saldar cuentas. De esas dudas existenciales que en algún momento encuentran circunstancias donde materializarse y resolverse. Y si bien esto lo infiero a partir de entrevistas que le he visto al escritor, donde manifestaba que, justamente, su idea con toda esta aventura era reflexionar en torno a los miedos que podría sentir Eddie al tener a esta "cosa" alienígena en su mente; al momento de avanzar la lectura de los números notamos cómo el protagonista pasa de una especie de resignación casi de mártir a un empoderamiento de sí mismo que, spoiler not spoiler, le permite derrotar al villano.
 

A lo largo de King in Black, sobre todo en el último número, no vemos cómo Eddie Brock logra sobreponerse a sus demonios, sino que lo vemos internalizándolos y aceptándolos completamente para sacarles el mejor partido posible. No rechazarlos. No sentir vergüenza de ellos. Reconocerlos como una parte de sí mismo que, si descubre cómo, pueden ayudarlo a encontrar un propósito para la tan tormentada vida que llevaba.
 
Cuando termina el evento, Eddie Brock no es el mismo del principio. No porque finalmente enfrentó a un némesis que venía sintiendo y temiendo desde hace tiempo (asumo que en los números de la serie regular), sino porque en el hecho mismo de hacerlo cayó tanto literal como metafóricamente en un precipicio del que él solo debió salir. Ese es justamente el camino más difícil, el que te encuentra sólo en el abismo, con el Rey de Negro frente a ti recordándote lo intrascendente que eres.
 
Y si bien la ayuda siempre es de utilidad, la decisión final siempre es personal. Escalar de vuelta hacia la vida es una decisión que te hace evolucionar, y que en el caso de Eddie Brock le permitió pasar de ser un solitario y atormentado humano con una voz alienígena en su cabeza, al nuevo Rey de todos los simbiotes. El nuevo King in Black.
 

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